"El cáncer para mi fue un maestro de vida", "En mi caso se manifestó el amor más puro"

En esta edición dos testimonios en homenaje a la celebración del Día Internacional del Cáncer de Mama: María Paula Serrano y Liliana Montoya, decidieron contarnos su experiencia, a través de la cual llevan un mensaje de amor a la vida, de valorar a la gente que nos rodea, de responsabilidad, gratitud y de amor propio.

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María Paula Serrano y Liliana Montoya.

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22 oct 2020

En esta edición dos testimonios en homenaje a la celebración del Día Internacional del Cáncer de Mama: María Paula Serrano y Liliana Montoya, decidieron contarnos su experiencia, a través de la cual llevan un mensaje de amor a la vida, de valorar a la gente que nos rodea, de responsabilidad, gratitud y de amor propio.

 

María Paula Serrano Gómez, Llegué a Uninorte en el 2011 como catedrática, y desde 2012 soy profesora de tiempo completo, adscrita a la Escuela de Arquitectura Urbanismo y Diseño. Diseñadora Industrial de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, con Maestría en Ciencias de Buffalo State.

 

¿Cómo te ha ido con las clases remotas, y ahora en el retorno, qué ha sido lo más difícil para ti?

Creo que he asumido o enfrentado los mismos retos que los otros profesores, al principio con un poco de temor e incertidumbre en cuanto a cómo se iban a desarrollar las dinámicas dentro del aula de clases, pero una vez ha pasado el tiempo, he logrado como muchos de mis colegas encontrar dinámicas o metodologías de aprendizaje que me han permitido llegar de manera muy asertiva a los estudiantes.

Lo paradójico de esta modalidad es que en muchas ocasiones me siento aún más cercana a ellos, porque obviamente, de alguna manera, al estar compartiendo las cámaras durante las horas de clase, hace que compartamos espacios que usualmente no compartiríamos.

¿Qué destacarías como una ventaja en esta coyuntura a nivel académico?

Definitivamente, el hecho de vernos enfrentados a cambiar nuestras dinámicas de enseñanza en el ámbito universitario, y con apoyo del CEDU, he logrado identificar herramientas TIC que me han ayudado a realizar clases muchísimo más dinámicas en donde los estudiantes pueden ver los procesos no solo de sus compañeros, sino comparar los avances y el desempeño con respecto a sí mismos en tiempo real, y el desempeño realmente, ha sido muy bueno.

¿Cómo te enteraste de que tenías cáncer, viste señales que te alertaran?

Esta entrevista se me hace porque superé un cáncer de mama, el mío es un cáncer infiltrante, multicéntrico, es decir, había varios tumores, de hecho, me tuvieron que hacer mastectomía doble y vaciamiento de las axilas.

Voy a echar un poquito para atrás… en el 2015 le descubren a mi papá un cáncer, y él lo sobrellevó muy bien porque siempre tuvo una actitud muy positiva frente a la enfermedad, era un señor de un poquito más de 70 años.

En enero de 2016 le descubren a mi mamá también un cáncer, y me convierto en su cuidadora, la acompañé durante todo ese año a sus quimioterapias, cuando hizo la biopsia, pero desafortunadamente ella fallece ese mismo año, ya que fue un cáncer muy agresivo que evolucionó muy rápido. Posteriormente, luego de u 2017 algo tranquilo a pesar de que mi mamá ya no estaba con nosotros, en el 2018, mi papá empieza a ponerse muy mal, su salud ya no era la misma, y fallece en el 2019.

Toda mi vida yo me hice mis controles, citologías, ecografías y todos los exámenes que uno tiene que hacerse, dos veces al año, pero el 2018 fue el único año en mi vida, en que no me hice esos controles porque mi papá estaba muy mal y yo era su cuidadora.

Curiosamente a finales de año, por un golpe que recibí y me dolió bastante, dije “ve qué curioso” y me sentí una bolita, pero como yo había tenido senos poliquísticos, no le puse atención. Ya en el 2019 ya empecé a sentir la bolita más grande, pero yo misma me engañé y pensé “no puede ser, no puede ser que papá y mamá mueran de cáncer, lo mío no puede ser un cáncer” y bueno, con el ir y venir de la enfermedad de papá no tenía mucho tiempo para pensar.

Después, hablando un día con mi hermana, me dijo “por qué no te chequeas esa bolita”, como efectivamente lo hice en abril y bueno, resulté positiva para cáncer.

¿Qué momento crees que fue el más difícil durante tu enfermedad?

Cuando me hice los exámenes y salí positiva para cáncer, estaba en mi trabajo, y en ese momento la Universidad fue de mucho apoyo para mí porque en realidad cuando me dieron la noticia entré en estado de shock, no podía creer que papá, mamá, y ahora yo… yo creo que nadie lo pensaría, de hecho no lo quería aceptar; no sabía cómo devolverme a mi casa, no sabía cómo comportarme frente a mi papá, que ya estaba muy mal, yo ya sabía que él de ese año no pasaba. Pero recibí apoyo psicológico de la U, ese mismo día, ya que tenía que llegar calmada a mi casa… y en ese momento llegó Jorge Enrique, que es mi pareja desde hace un poco más de 15 años, hablamos, me tranquilicé y tomé la noticia ya racionalizándola un poco.

Después yo dije “bueno esto no da espera”, le comuniqué al oncólogo de mi papá, que es mi oncólogo, el doctor Iván Bustillo Chams, profesor catedrático de la Universidad y para mí, el mejor oncólogo que existe, y me mandó a hacerme una serie de exámenes.

Mi papá murió el 31 de mayo, y yo empecé quimioterapias el 5 de junio, y a pesar de que había un pequeño lapso entre esas fechas, lo inicié siendo muy positiva frente a mi tratamiento y afortunadamente puedo tener la tranquilidad de que mi papá nunca se enteró de que yo tuve también la enfermedad, no le quería dar ese dolor.

Como estábamos finalizando semestre, entonces pude hacerme todos los exámenes, pero eso fue corriendo porque definitivamente en este tipo de enfermedad el tiempo es oro. Y recuerdo que cuando empecé recuerdo que me monté al carro y yo entendí o por lo menos así lo quise ver yo, que mi papá y mi mamá se habían ido tan seguidos, primero para ser modelos de cómo debía enfrentar una enfermedad de estas y segundo porque sentí que ellos iban a estar conmigo, ese día les dije “bueno papá y mamá, vamos a sacar esto adelante” y esa fue mi actitud siempre.

¿Cómo superaste el cáncer, qué puedes destacar a nivel de acompañamiento médico o familiar? 

No sabría explicar por qué, pero yo siempre tuve la certeza de que me iba a curar, nunca le tuve miedo a las quimioterapias, de hecho, para mí ir a la quimio era un ritual.

Recuerdo que el día anterior, en el trabajo les decía voy a estar mañana en quimio todo el día, hablaba con la señora que trabaja conmigo, que se llama Diana y cuadraba las meriendas, entonces ella me empacaba las comidas que a mí me gustaban; tuve un gran amigo del departamento en la universidad, que yo digo que es chef porque cocina delicioso, y varias veces me hizo patés y cosas para llevar; llevaba también un parlante pequeño para escuchar música y revistas. Además, en la noche antes de las quimios, salíamos a comer, y celebrar porque era el tratamiento que me iba a curar y no le ponía misterio, después de las quimios también íbamos a comer delicioso, porque creo que a muchas pacientes les pasa, que da mucha hambre, entonces yo aprovechaba, pues en realidad yo lo asumía como un tratamiento que me estaba curando.

Yo nunca dejé de trabajar, la Universidad fue muy comprensiva conmigo y aprovecho para agradecer a la institución, donde recibí apoyo de todas las instancias; me acuerdo de que el decano, Manuel Moreno me llamó y me preguntó “qué quieres hacer, das clases o no das clases” y yo le dije “no, no, no, necesito sentirme útil, y me propuso “escoge una asignatura”, yo creyendo que iba a poder con más, pero me acuerdo que sí escuché, así que ese semestre y durante un año me quedé con una asignatura que está amarrada a proyectos de investigación, pero igual seguí con mi portafolio y otras actividades dentro de la Escuela con las que afortunadamente pude cumplir, y yo también en algunos momentos me obligaba a cumplirla. Si no hubiera trabajado de pronto no estaría echando el cuento porque esa es mi personalidad, pero siempre con una actitud muy positiva.

A veces la gente me decía “cómo te sientes” cuando te ven que de pronto no tienes el mejor semblante, y como lo aprendí de mis papás yo les decía “me siento supremamente bien”, obviamente a veces me sentaba, y me tocaba decir espera un momento que me siento muy cansada, normal porque obviamente las quimios se te van acumulando en el cuerpo, pero nunca dejé de hacer mi vida, salí de viaje cerquita como me lo autorizó el médico, en la medida de lo posible hacía ejercicio, pues me encanta hacer ejercicio, pero en ese momento lo que hacía era caminar un poco, porque realmente el cuerpo sí se debilita mucho. Incluso fui al matrimonio de una amiga.

¿Cuánto tiempo en total duró tu tratamiento?

Lo empecé el 5 de junio de 2019, cada semana me tenía que hacer pruebas de sangre para ver si podía hacerme la siguiente quimioterapia, terminé las quimios en la 3ª semana de octubre, el 18 de noviembre me hicieron la mastectomía, en realidad me recuperé muy rápido, de hecho, fui a la fiesta de fin de año del CEDU con drenajes y todo, yo salí así, yo trataba de no darle importancia a las cosas más de lo que merecen, y a mí me autorizaban a hacer mi vida normal entonces yo salía con un canguro cargado a la Universidad y con cuatro drenajes dentro de ese canguro, yo sentía que a mí esto no me iba a parar.

Después de 16 quimioterapias, fue un ciclo de cuatro que llaman rojas, siguen 12 blancas, que eran semanales, a las tres semanas entré a cirugía, donde me hicieron la mastectomía doble y vaciamiento de ganglios y ahí inmediatamente con la cirujana plástica empecé el proceso reconstructivo que duró un lapso de tres semanas en el que me pusieron unos expansores que todavía tengo, todavía estoy en proceso de reconstrucción y que más adelante tendré que cambiar cuando se estabilice un poco el tema COVID.

El tratamiento oncológico como tal, lo terminé el 21 de febrero de 2020, después de realizarme las 25 radioterapias, durante cinco semanas iba de lunes a viernes, lo que yo hice fue cuadrar mis sesiones, con la colaboración de la clínica cuadré los horarios con mi trabajo, y al salir de las clases iba directo a hacerme mis radioterapias.

Lo que sigue después para un paciente oncológico son unos chequeos cada tres meses, y ya llevo dos, gracias a Dios todo está perfecto. Con el mastólogo oncólogo, cada cuatro meses, y con la cirujana reconstructiva ya estoy en proceso cada tres meses también.

¿Qué consideras que fue fundamental para salir adelante?

Creo que a mí en realidad no me afectó tanto (el tratamiento) porque yo procuraba mantenerme muy activa físicamente, había días incluso en que llegaba a entrenar, nunca dejé en lo posible, de ejercitarme. Es más, cuando terminé las quimioterapias, y antes de la cirugía yo me dije, me tengo que preparar físicamente y empecé a caminar en la caminadora, de a poquitos para fortalecerme.

Clave para este tipo de tratamientos, comer, y tener esa persona en casa que te obligue a comer, aquí en mi casa Diana me ayudaba muchísimo y yo era consciente de que lo tenía que hacer, me dije “así no me provoque pues tengo que comer porque la comida en este momento es la que me da energía y es un remedio” y me obligaba, y si algo no me provocaba, porque pasa, entonces buscábamos alternativas para mantenerme nutrida.

Importante con respecto al tratamiento, es que debe haber alguien que te esté apoyando en todo momento, yo no sé si es que uno empieza a ver la vida de otra manera, pero yo me sentí completamente apoyada en la Universidad y afortunadamente, tengo la suerte de trabajar en una división donde somos muy unidos, y en el dpto. de Diseño somos muy unidos, me hacían reír, por eso digo que para mí es muy importante ir a trabajar y me encanta compartir con los estudiantes.

Yo nunca pensaba en la enfermedad, sino que tenía que cumplir con un tratamiento y ya está, pero la parte emocional es muy importante porque tu cuerpo sufre cambios, se te cae el pelo… me acuerdo de que recibí un consejo y me decían “mírate al espejo y ríete cuando te tengas que calvear” y lo hice así.

Jorge Enrique en su momento, también se calveó y me acompañó a hacerlo, él iba conmigo a todas las quimioterapias y creo que fue clave que él siempre me hizo reír, incluso con el parlante que llevábamos como las últimas quimio fueron de 8 horas, nos parábamos y bailábamos ahí mismo en un ladito, pero lo importante es reírse, incluso de tu aspecto físico, yo me reía cuando se me cayó el pelo, cuando se me cayeron las cejas, pero al mismo tiempo lo sentía liberador, cuando pasaba por una peluquería me decía “por lo menos tengo la excusa perfecta para no tener que asistir a una peluquería” y después de eso no me preocupó y empiezas a ver las cosas positivas por ejemplo me encantaba poder meter la cabeza todos los días en la ducha, poder ir a una piscina… realmente me sentía muy libre para hacer muchas cosas y sentía que tenía indulgencias para hacerlo, en el sentido en que “caramba ya me veo así, así que, qué más da”.

 

Hay días buenos, hay días malos, hay días en que no te quieres parar de la cama, pero no porque anímicamente no puedas sino porque tu cuerpo no te lo permite, hay que hacer un esfuerzo para lograrlo, pero siempre teniendo en mente la meta. Es buscar una manera positiva de cómo asumir el tratamiento.

Me acuerdo cuando alguien me hizo una pregunta imprudente y yo le dije, “en este momento mi única preocupación es el vestido que voy a llevar el sábado al matrimonio en que estoy invitada, me quede bien y me vaya a ver bonita”, y así era, o sea, realmente uno empieza a ver el valor en todas las cosas que hace y en las personas que te acompañan.

A mí me atendió un equipo maravilloso, que fue el equipo oncológico de la Clínica Portoazul, me atendió, nuevamente lo digo, el doctor Iván Bustillo Chams, a quien quiero y aprecio muchísimo…

 

“Y digo esto sobre todo para los estudiantes de medicina: es clave esa parte humana que a veces se olvida, porque definitivamente cuando uno se siente vulnerable frente a esta enfermedad, el acompañamiento médico y sentir que ellos están ahí para uno y que lo comprenden y comprenden tu vulnerabilidad, es supremamente importante, y los estudiantes de medicina deben entender eso, que la medicina es para servir, para comprender al paciente, que el paciente está asustado y necesita sentir ese apoyo del médico y eso también es clave para el tratamiento".

Lo mismo puedo decir del equipo de enfermeros que me estuvieron atendiendo, muy profesionales, cuando me tuvieron que llamar la atención lo hacían, pero también muy empáticos frente al proceso que uno está viviendo. También el acompañamiento del doctor Juan Felipe Arias, que es mi mastólogo oncólogo y fue el médico que me hizo la mastectomía y con quien sigo controles, y con la doctora Lina Rodríguez, que es la cirujana plástica que está a cargo de mi proceso reconstructivo.

¿Cómo te cuidas en este momento?

En este momento hago ejercicio mínimo cada cuatro horas de actividad física en la semana, pero si puedo más lo hago y me trato de mantener muy positiva a pesar de la situación que estamos viviendo y saboreando cada día. Con esta enfermedad, incluso desde la de mis papás me di cuenta de que la vida es un ratico, y hay que aprovecharla, disfrutar los buenos momentos y de los malos momentos también sacar lecciones y enseñanzas.

 

“El cáncer fue para mí el mejor maestro de vida, así lo quiero ver y así lo siento. Agradezco darme la oportunidad de compartir, y nuevamente agradecer a la Universidad por todo el apoyo que me brindó, y creo que si tuviera que mencionar a todas las personas ocuparía más de la mitad de este texto porque fueron muchas personas las que participaron durante este proceso.".

 

¿Qué recomendación le darías a las mujeres sobre el cuidado y prevención contra el cáncer de mama?

Importante recalcar a las mujeres, no dejarse de hacer los controles en cada etapa de vida que se encuentren; yo dejé de hacérmelos un año, un año en que me descuidé y ese año fue para mí definitivo para que me sucediera lo que pasó, el cáncer iba a surgir, pero si me lo hubieran descubierto en una etapa más temprana no hubiera tenido que pasar por todo lo que me sucedió, entonces el mensaje es por favor cuídense, conozcan su cuerpo, hagan el autoexamen, y definitivamente hay que disfrutar la vida, hay que saborear los buenos momentos y sacar un aprendizaje de los malo.

¿Consideras que en el marco de esta pandemia haya algún mensaje particular para las mujeres y el cuidado o prevención para el cáncer de mama? 

La pandemia no puede ser excusa para que no nos cuidemos, de hecho, yo tengo que seguir haciendo mis controles y la pandemia jamás será excusa, por favor cuídense, siempre háganse el autoexamen, la bolita o el tumor puede salir en cualquier momento, y si llegan a sentir una irregularidad acudan a su médico. Hay que querernos a nosotras mismas, el cáncer es real, uno nunca se imagina que le va a tocar a uno, pero a muchas les va a tocar y todo con tiempo, tiene solución.

 

 

Liliana MontoyaComunicadora Social egresada Uninorte, Especialista en Gerencia de la Comunicación Organizacional. Hace ocho años soy la Coordinadora de Mercadeo y Servicio al Cliente del Hospital Universidad del Norte, HUN y también tuve la oportunidad de dictar clases de Proyecto de Comunicación Organizacional a los estudiantes de sexto semestre de Comunicación Social de Uninorte.

 

¿Desde tu forma de ser, qué intereses tienes, cómo te defines? 

Me gusta ser luz y ver la luz en los demás. Soy una persona creativa, madre, esposa, profesional, con gran sentido del humor, que se reconoce afortunada en todos los sentidos, resiliente y con mucho por enseñar y mucho por aprender.

¿Qué edad te enteraste de que tenías cánce? 

Tenía 33 años cumplidos en el momento que me enteré de que tenía cáncer de mama. Estaba trabajando en otra institución de salud, tenía a mi esposo Carlos Rivero y mi hija Antonella, que contaba con 6 años. Fue un momento muy duro porque yo no tenía antecedentes de cáncer de mama en mi familia y este tipo de noticias siempre se asocian con la posibilidad de morir y con una pequeña es muy difícil.

Desde el momento en que te haces la biopsia empieza una lucha, una batalla por sobrevivir. Y no sólo de la persona enferma, sino de toda la familia y quienes están a su alrededor. La unión y el apoyo son muy importantes. Siempre he dicho que el cáncer es una lección de vida, que te da una nueva perspectiva sobre las cosas que verdaderamente valen la pena, las cosas que no se pueden comprar con el dinero y que muchas veces damos por sentado.

¿Cómo considerabas tu salud antes de padecer cáncer, viste señales que te alertaran?

Mi salud era perfecta. Nunca me habían operado de nada, el parto de mi hija había sido natural. Como mencioné, no tenía antecedentes en mi familia. Hasta que un día bañándome, sentí un bulto duro en mi pezón izquierdo. Decidí ir al médico, hacerme todos los exámenes y resulta que tenía dos tumores, uno iba expandiéndose hacia la axila.

¿Qué momento crees que fue el más difícil durante tu enfermedad?

Cuando me hicieron la mastectomía de mi seno izquierdo y cuando se me cayó el cabello durante las quimioterapias. Moral y emocionalmente, es una sensación de desesperanza, de baja autoestima, de inseguridad. No podía mirarme al espejo. 

Tener que explicarle a mi hija lo que estaba pasando, siempre con la verdad, pero empezando a mirar qué huella iba a dejar en ella. Encontrar el por qué quería que me recordara como madre y como persona. Creo que, aunque los hijos sean pequeños, tienen una impresión y una imagen forjada de los padres. Para mí era importante reforzar esa imagen, hacerla memorable, escucharla, contarle mis cosas, compartir más momentos. Es algo que, hasta ahora, diez años después, sigo haciendo.

 

¿Cómo superaste el cáncer, qué puedes destacar de tu proceso médico y familiar también?

El día anterior a la mastectomía, no había podido dormir, con mucho miedo y mucha ansiedad. Recuerdo que el día de la cirugía, antes de entrar al quirófano muy temprano, se presentó en la clínica una "comitiva" de amigos, con mensajes, pancartas de ánimo. La comitiva estaba encabezada por mi amiga y colega Juanita Molina, quien madrugó para acompañarme hasta el quirófano. Esas cosas quedan en el alma.

Después de la mastectomía, según los médicos yo no requería quimioterapia debido a que no tenía metástasis en los ganglios de la axila. Sin embargo, tuve la oportunidad de viajar a Estados Unidos y realizarme un escáner que se llama PET, y allí es donde descubren que sí tenía ganglios positivos.

Entonces, inicié otra carrera por la vida, tuve que realizarme ocho sesiones de quimioterapia y 30 de radioterapia. Ese examen sin duda me salvó la vida.

Pero no habría podido lograrlo sin el apoyo de mi esposo, Carlos Rivero. Desde el día cero, estuvo allí brindándome toda su ayuda y expresándome su amor como nunca.

 

“Una de las cosas que te permite la experiencia del cáncer, es descubrir las diferentes formas de reaccionar que tienen las personas frente a una situación tan difícil y demandante. En mi caso, se manifestó el amor más puro. No era sólo compromiso y dedicación. Era amor.".

 

Superar el cáncer implica tener organización en los documentos, ir las veces que sea necesario a reclamar los medicamentos, estar pendiente de las fechas de las quimioterapias, los cuidados, tomar la medicina, aplicar las inyecciones, la dieta... en fin. Todos esos compromisos los asumió mi esposo con amor. Porque yo moral y emocionalmente era un desastre. Mi esposo nunca se rindió. Y eso hizo que yo tampoco me rindiera. 

Yo no quería mirarme al espejo y él me decía que me veía hermosa. Me curaba las heridas. Involucraba a mi hija en el proceso. Yo no quería comer y él con toda la paciencia me daba la comida en la boca. Yo no quería ir al salón de belleza para que terminaran de quitarme el poco cabello que tenía. Él me convenció y ahorró para comprarme una peluca. Me daba un besito de buenas noches en mi cabeza calva. Me regañaba cuando no quería ir al médico. Me prohibía comer alimentos que no estaban permitidos antes o después de las quimioterapias. Se quedaba allí esperándome y me recibía con los brazos abiertos después de las interminables jornadas de quimioterapia... 

 

 

El cáncer me hizo vivir la vida de otra manera. Aprendí a caerme y levantarme, no solo de la enfermedad sino de los obstáculos que nunca faltan.

¿Cuánto tiempo en total duró tu tratamiento y cuándo pudiste finalmente decir, estoy libre de cáncer?

Aproximadamente un año, tiempo durante el cual me hicieron cuatro operaciones en total, ya que después de la mastectomía tuve que sacarme los ganglios de la axila y luego tuve una recaída con un nuevo tumor sobre la prótesis que me había colocado. Luego vino el proceso de las quimioterapias y cuando finalizaron el médico me ordenó unos exámenes que finalmente arrojaron negativo para metástasis. 

Yo creo que es muy respetable la preocupación por el aspecto estético después de una mastectomía. Es una preocupación tanto de la mujer como del compañero o esposo. Creo que es válido que después de superar el cáncer deseen hacerse una cirugía reconstructiva. Sin embargo, la prioridad es la salud y la vida. Lo estético es secundario.

En mi caso, creo que fue un error permitir que me reconstruyeran el seno durante la misma mastectomía. Me pusieron una prótesis y la cubrieron con piel. Se sentía muy incómodo, la herida era impresionante y no sanaba debido a la quimio. Tuve una recaída y sobre esa piel apareció nuevamente el cáncer. Me tuvieron que sacar la prótesis de urgencia porque las heridas comenzaban a abrirse. Pero sentí alivio de que me la quitaran. Y no pienso someterme a ningún tipo de cirugía reconstructiva. Aprendí, después de un año, a mirarme en el espejo, a aceptarme, a perdonarme y a sentirme orgullosa de todas esas cicatrices.

Finalmente, después de 12 meses de incapacidad pude volver al trabajo, muy animada y feliz de estar viva, aunque fuera sin cabello, porque sabía que crecería. Desafortunadamente, a los pocos meses me despidieron de mi trabajo y ese fue otro golpe moral mucho más fuerte, incluso peor que el día que me dieron la noticia de que tenía cáncer. Mi autoestima estaba por el piso, realmente era más bien subterránea.

 

Pero cuando creemos que todo es oscuridad, siempre vemos la luz, siempre se abre una puerta y esa puerta fue el Hospital Universidad del Norte.A los dos meses de haber ingresado al HUN como asesora de mercadeo, quedé embarazada de mi hijo Charlie. Un milagro de Dios. Algo que no esperábamos. Mi salvador. Con el embarazo, me creció más rápido el cabello y después de tantas penas todo fue felicidad. Él, nació prematuro, duró 25 días en la UCI Neonatal de mi amado Hospital. Hoy tiene 7 años y es precioso y mi hija mayor, ya tiene 17 años.".

 

¿Crees que tu espíritu y actitud ante la enfermedad y la vida fue diferencial para superar esa etapa?

Creo que la actitud de mi esposo influyó en mi propia actitud. De seguir adelante siempre y mucho más cuando tienes un apoyo incondicional, una persona que no importa si estás calva, vomitando, de mal humor o con un solo seno, siempre estará allí para darte lo mejor como persona.

¿Cambió tu actitud de vida luego de superar el cáncer?

Tus prioridades cambian. No sólo en el cuidado de la salud sino en la forma en que quieres que te recuerden las demás personas. También me reafirmó un lazo inquebrantable y eterno con los que me cuidaron y apoyaron.

¿Qué recomendación le darías a las mujeres sobre el cuidado y prevención contra el cáncer de mama?

Cada vez es más temprana la edad en la que aparece el cáncer, es importante realizarse el autoexamen desde la juventud y la mamografía antes de cumplir los 30 años, más si se tienen antecedentes familiares. Creo que la salud mental y emocional es muy importante también, de alguna manera tiene que ver, sobre todo del lado izquierdo. 

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